Habiendo cometido error tras error en mi vida, ya no podía sentir la presencia del Señor. Cuando finalmente me arrepentí, seguí al Señor diligentemente, pero todavía no puedo sentirlo conmigo. ¿Es esta separación permanente?
Primero y más importante, es importante entender la perspectiva bíblica de la salvación:
ROM. 10:8 Pero ¿qué dice? “Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón”, es decir, la palabra de fe que predicamos,
ROM. 10:9 que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo;
ROM. 10:10 porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
Una persona que cree verdaderamente en el Evangelio nace de nuevo espiritualmente, dice Jesús. La persona es para siempre espiritualmente nueva, adoptada como hijo de Dios, y nada de lo que venga antes o después de este momento cambiará el destino eterno de la persona, como dice Pablo:
ROM. 8:38 Porque estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes,
ROM. 8:39 Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Por lo tanto, debido a que Dios es fiel a Sus promesas, podemos creer que Él nunca abandona al creyente como prometen las Escrituras:
PD. 118:6 El Señor está a mi lado; No temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?
MATE. 28:20 Enseñándoles que guarden todo lo que os he mandado. Y he aquí, yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
HEB. 13:5 Mantén tu vida libre de amor al dinero, y conténtate con lo que tienes, porque él ha dicho: Nunca te dejaré ni te desampararé.
HEB. 13:6 Por eso podemos decir con confianza: “El Señor es mi ayudador; No temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?"
Además, un creyente que está experimentando pruebas tiene una hermosa oportunidad de darle gloria a Dios en la forma en que abordamos las pruebas. James dice esto:
SANTIAGO 1:2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
SANTIAGO 1:3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
SANTIAGO 1:4 Y que la paciencia tenga su resultado perfecto, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.
Santiago continúa dándole al creyente la receta cuando enfrentamos varias pruebas en nuestra vida. Note que si uno se humilla y pide sabiduría “se le dará”:
SANTIAGO 1:5 Pero si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos generosamente y sin reproche, y le será dada.
SANTIAGO 1:6 Pero debe pedir con fe, sin dudar, porque el que duda es como las olas del mar, impulsadas y sacudidas por el viento.
SANTIAGO 1:7 Porque tal persona no debe esperar recibir cosa alguna del Señor,
SANTIAGO 1:8 siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos.
Además, Dios menciona que Él disciplina a aquellos que ama para acercarnos a Él y santificarnos (hacernos más parecidos a Cristo):
HEB. 12:4 Aún no habéis resistido hasta derramar sangre en vuestra lucha contra el pecado;
HEB. 12:5 y habéis olvidado la exhortación que os es dirigida como a hijos,
“Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,
Ni desmayéis cuando sois castigados por Él;
HEB. 12:6 Porque el Señor disciplina al que ama,
Y castiga a todo hijo que acepta”.
HEB. 12:7 Es por disciplina que soportáis; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no disciplina?
HEB. 12:8 Pero si sois sin disciplina, de la cual todos han sido partícipes, entonces sois hijos bastardos y no hijos.
HEB. 12:9 Además, tuvimos padres terrenales que nos disciplinaban, y los respetábamos; ¿No nos sujetaremos mucho más al Padre de los espíritus y viviremos?
HEB. 12:10 Porque ellos nos disciplinaban por poco tiempo como mejor les parecía, pero él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad.
HEB. 12:11 Por el momento toda disciplina no parece placentera, sino dolorosa; pero a los que han sido ejercitados en ella, después les da fruto apacible de justicia.
HEB. 12:12 Por tanto, fortaleced las manos débiles y las rodillas débiles,
HEB. 12:13 y haced caminos rectos para vuestros pies, para que el miembro dañado no se disloque, sino que sea sanado.
HEB. 12:14 Perseguid la paz con todos los pueblos y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.
HEB. 12:15 Mirad que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; que ninguna raíz de amargura que brote cause problemas, y por ella muchos se contaminen;
HEB. 12:16 para que no haya fornicario ni impío como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura.
HEB. 12:17 Porque sabéis que aun después, cuando quiso heredar la bendición, fue rechazado, porque no encontró lugar para el arrepentimiento, aunque lo buscó con lágrimas.
A la luz de estos versículos, esperamos que encuentres aliento de que Dios realmente está obrando en tu vida para crecer y fortalecerte en tu caminar. Como creyente, si continuamos viviendo en nuestra carne y/o en el mundo, el Espíritu Santo seguirá convenciéndonos. Cuando persisten varias pruebas que ponen a prueba nuestra fe, tenemos la opción de humillarnos y buscar sabiduría y guía del Señor O continuar en pecado. Sin embargo, si un hijo de Dios continúa viviendo un estilo de vida pecaminoso, uno debería esperar consecuencias naturales. Es crucial para nuestro caminar estar en correcta comunión con el Señor.