¿Puede un cristiano cometer pecado sin ser consciente de que sus acciones fueron pecaminosas?
Sí, es posible que una persona peque sin saberlo, incluso un cristiano. El pecado es cualquier ofensa contra Dios, e incluso cuando no tenemos un conocimiento pleno de lo que ofende a Dios o la conciencia de reconocer que nuestras acciones son ofensivas, aun así seguimos actuando de una manera que lo ofende.
La Biblia enseña esta verdad tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En la Ley dada a Israel por medio de Moisés, el Señor describió muchos requisitos para el pueblo de Israel. Dios les dijo que no asesinaran ni cometieran adulterio, pero Jesús dijo que odiar a una persona era equivalente a asesinar en el sentido de que era un pecado que provenía de un corazón pecaminoso similar. De la misma manera, Jesús dijo que la lujuria era equivalente al adulterio.
Así que, aunque la Ley de Israel no prohibía específicamente la lujuria o el odio, esas conductas seguían siendo pecado. Sin duda, muchos judíos eran culpables de esos pecados sin nombre y nunca lo supieron. Por lo tanto, Dios describió específicamente el pecado involuntario en la Ley:
Lev. 5:17 “Si una persona peca e hace algo de lo que el Señor ha mandado que no se haga, sin darse cuenta, es culpable y llevará su castigo.
Lev. 5:18 “Traerá luego al sacerdote un carnero sin defecto del rebaño, conforme a tu valoración, como ofrenda por la culpa. Así el sacerdote hará expiación por él por su pecado que cometió por yerro y sin darse cuenta, y le será perdonado.
Observemos que el Señor dijo que incluso cuando una persona no es consciente de su pecado, sigue siendo culpable. Por esta razón, Dios puso a disposición del pueblo de Dios un sacrificio en la Ley para cubrir su pecado involuntario.
De manera similar, hoy los cristianos podemos pecar de maneras que no apreciamos del todo, pero nuestra ignorancia no disminuye nuestro pecado. Se supone que debemos permanecer siempre en el estudio de Su palabra y bajo el consejo del Espíritu para que podamos entender mejor las expectativas de Dios y, de ese modo, dejar de pecar. Sin embargo, por nuestra fe en Cristo todos nuestros pecados son perdonados, tanto los que conocemos como los que no conocemos, de modo que estamos ante Él eternamente justificados. ¡Alabado sea el Señor por Su gracia!