¿Por qué algunos maestros y pastores cristianos se enorgullecen de sus conocimientos y cómo afecta esto a su ministerio?
El orgullo es a menudo la raíz de muchas de nuestras acciones pecaminosas. Nos hace pensar que somos mejores que los demás. Nuestra naturaleza pecaminosa es de orgullo y arrogancia, y se nos advierte contra esto a lo largo de las Escrituras.
Aunque los pastores, maestros y teólogos cristianos conocen las cosas de Dios, siguen siendo susceptibles a las mismas tentaciones y pecados que todos los demás. A veces, un gran conocimiento y talento pueden aumentar la tentación de volverse arrogantes. La parábola del fariseo y el publicano en Lucas 18:9-14 es un gran ejemplo de los eruditos bíblicos de esa época que se consideraban mejores que los demás debido al conocimiento que poseían. Dios advirtió contra esto.
Lucas 18:9-14 - Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: 10 Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. 11 El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: «Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. 12 Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano». 13 Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «Dios, ten piedad de mí, pecador». 14 Os digo que este descendió a su casa justificado pero aquel no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.
El orgullo endurece la mente y nos hace rechazar la sabiduría de Dios. El conocimiento mundano sin la sabiduría divina puede llevarnos a menudo a tener motivos y pensamientos pecaminosos y hacer que nos consideremos mejores que los demás. Sin embargo, como seguidores de Cristo, estamos llamados a vivir una vida de humildad, tal como lo hizo Cristo.