Respuesta Bíblica

¿Debería ser el hombre quien mantuviera el hogar?

¿Qué dice la Biblia acerca de que los hombres (como esposos y padres) son específicamente los proveedores financieros del hogar?

En Génesis 2:18-25, reconocemos que Dios establece roles tanto para el hombre como para la mujer en el contexto de administrar el trabajo del jardín y colaborar juntos bajo las instrucciones de Dios. En los versículos finales de Génesis 2:23-25 ​​vemos la unidad del hombre y la mujer en el sentido de partir, unirse y tejerse. Adán responde a la obra de Dios y dice: “Esto ahora es hueso de mis huesos y carne de mi carne; Ella se llamará Mujer, porque del Hombre fue tomada”. Además, las Escrituras nos muestran que el primer establecimiento del matrimonio fue iniciado, definido y establecido por Dios para Su gloria y para el florecimiento de la humanidad.

Otra pregunta que surge de esta realidad es cómo es, en la práctica, el matrimonio bíblico hoy en día. Ahora, recordemos, antes de que Dios instituya el matrimonio, Él comienza dándole al hombre (Adán) varias cosas:

 

1. Un trabajo y una responsabilidad (Gén. 2:15, 19-20)

GEN. 2:15 Entonces el Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.
GEN. 2:19 Y Jehová Dios formó de la tierra todo animal del campo y toda ave del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría; y todo lo que el hombre llamaba a un ser viviente, ese era su nombre.
GEN. 2:20 El hombre puso nombre a todos los ganados, a las aves del cielo y a todo animal del campo, pero para Adán no se encontró ayuda idónea para él.

2. Una palabra de instrucción y advertencia (Génesis 2:16-17)

GEN. 2:16 El Señor Dios mandó al hombre, diciendo: De cualquier árbol del huerto podrás comer;
GEN. 2:17 pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.

3. Una ayuda adecuada (Génesis 2:20-25)

GEN. 2:20 El hombre puso nombre a todo el ganado, a las aves del cielo y a todo animal del campo, pero para Adán no se encontró ayuda adecuada para él.
GEN. 2:21 Entonces Jehová Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre, y durmió; luego tomó una de sus costillas y cerró la carne en ese lugar.
GEN. 2:22 Y de la costilla que había tomado del hombre, el Señor Dios formó una mujer, y la trajo al hombre.
GEN. 2:23 Entonces el hombre dijo:
“Por fin esto es hueso de mis huesos,
Y carne de mi carne;
Ella será llamada 'mujer'
Porque ella fue sacada del hombre”.
GEN. 2:24 Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer; y serán una sola carne.
GEN. 2:25 Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban.

Estas tres cosas son el fundamento mismo de donde comienza un matrimonio bíblico; siendo Dios el centro de ello. Como vemos en Génesis, el matrimonio bíblico debe ser dirigido por un hombre bíblico sometido. Observe a quién le da Dios primero estas responsabilidades principales: el hombre. El papel del esposo es trabajar y mantener a su familia como un mandato divino de Dios para cultivar lo que Dios ha provisto (las Escrituras muestran que la mujer también trabaja y provee). Además, al hombre se le da la responsabilidad de liderar con instrucción divina (escritura) para beneficio y bendición, y también se le advierte contra la destrucción (juicio). Los hombres bíblicos deben ser hombres que estén conscientes de las escrituras y de las instrucciones de Dios, para que puedan guiar diligentemente a sus familias en la verdad, porque si los hombres no lo hacen, sobreviene el desastre:

GÉN.3:9 Entonces el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?"
GÉN.3:10 Él dijo: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo; así que me escondí”.
EPH. 5:22 Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos como al Señor.
EPH. 5:23 Porque el marido es cabeza de la mujer, como también Cristo es cabeza de la iglesia, siendo él mismo el Salvador del cuerpo.
EPH. 5:24 Pero como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo.
EPH. 5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, como también Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella,
EPH. 5:26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua con la palabra,
EPH. 5:27 para presentarse a sí mismo la iglesia en toda su gloria, sin mancha ni arruga ni cosa semejante; pero que ella sería santa e irreprensible.
EPH. 5:28 Así también los maridos deben amar a sus propias mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, se ama a sí mismo;
EPH. 5:29 porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,
EPH. 5:30 porque somos partes de Su cuerpo.
EPH. 5:31 Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
EPH. 5:32 Grande es este misterio; pero hablo con referencia a Cristo y la iglesia.
EPH. 5:33 Sin embargo, en cuanto a vosotros individualmente, cada marido debe amar a su mujer como a sí mismo, y la mujer debe cuidar de respetar a su marido.

Finalmente, vemos que Dios proporciona a Adán una “ayuda idónea”. Esta ayudante adecuada (mujer) tiene también la responsabilidad de servir y trabajar junto a su marido. Esta constitución matrimonial en Génesis es la verdad suprema sobre qué y cómo un matrimonio puede glorificar a Dios.