Respuesta Bíblica

¿Son todas las promesas de la Biblia aplicables a todos los cristianos?

¿Son todas las promesas dadas en las Escrituras aplicables a todos los creyentes o sólo a algunos?

La respuesta corta es no, no todas las promesas de la Biblia son aplicables a los creyentes. De hecho, muchas promesas de la Biblia no son aplicables a los creyentes en absoluto. Cuando Dios hace una promesa en su palabra, debemos examinar a quién le habló y qué dijo antes de poder saber si esas promesas se aplicarán a todos los creyentes o a un grupo específico de creyentes.

Toda la Escritura es útil para la enseñanza y la formación, como dice Pablo, y por lo tanto toda la Escritura ha sido escrita para nuestro beneficio. Por otra parte, eso no significa que cada afirmación de la Escritura sea cierta para nosotros. Por ejemplo, Dios le hizo promesas específicas a Abraham en varios lugares del libro de Génesis. Dios prometió darle a Abraham un hijo, y producir una nación de la descendencia de Abraham, y darle a Abraham una tierra y un nombre. Estas promesas fueron dadas específicamente a Abraham, y se están cumpliendo a través del pueblo judío.

El uso correcto de las Escrituras requiere que interpretemos esos versículos en su contexto, lo que significa que eran promesas dichas a Abraham y a sus descendientes. Las promesas de Dios incluían la bendición de muchas naciones (Gn 22:18) a través de Abraham, por lo que sabemos que podemos recibir el fruto de esas promesas, pero eso no significa que las promesas se nos hayan dicho a nosotros. En consecuencia, no podemos afirmar que las promesas dichas a Abraham estaban destinadas a todos los creyentes.

De la misma manera, Dios les hizo promesas a los demás patriarcas y a muchos reyes de Israel, incluido David; les hizo promesas a Moisés y al pueblo de Israel, y les hizo promesas a los enemigos de Israel. ¿Se supone que los creyentes deben reclamar todas esas promesas? Si examinamos todas las promesas que Dios ha hecho en el Antiguo Testamento, hay muchas que nunca querríamos reclamar.

Por ejemplo, Dios hizo promesas de juicio a muchos pueblos, generalmente a los enemigos de Israel. Muchas de estas promesas de juicio se encuentran en el libro de Isaías, y después de un estudio cuidadoso de ese libro, usted concluiría rápidamente que las promesas de Dios no necesariamente están destinadas a aplicarse a todos los creyentes (¡ni usted querría que así fuera!).

Siempre que veamos una promesa en las Escrituras, hagamos siempre las siguientes preguntas: ¿Quién habló? ¿Dios habló directamente o a través de un profeta o apóstol? ¿Quién recibió la promesa? ¿Se le dio la promesa a un individuo o grupo determinado (por ejemplo, los israelitas o los apóstoles)? ¿Quién se beneficiaría de la promesa (por ejemplo, solo el oyente u otros también)?

Al responder a estas preguntas, descubrirá que el enfoque de las Escrituras se estrecha o se amplía. Cuando se estrecha, como en el caso de Abraham o las promesas de juicio, no debemos tratar de ampliarlas. Cuando las promesas se amplían, como en el caso de las enseñanzas de Jesús o Pablo en el Nuevo Testamento, entonces debemos hacer una aplicación adecuada para nuestro propio beneficio. Deje que el contexto de las Escrituras guíe su interpretación.