Creo que el Salmo 66:18 dice que si vivo en rebelión voluntaria hacia la voluntad de Dios, el Señor no puede escuchar mis oraciones, a menos, por supuesto, que sea para clamar por arrepentimiento. Pero si soy obediente, ¿Dios responderá todas mis oraciones?
En el Salmo 66 el salmista testifica de la fidelidad de Dios. Él informa que clamó al Señor en circunstancias opresivas y sus llamados fueron recibidos con una bendición. En el v.12 el salmista dijo que el Señor rescató a Su pueblo y los llevó a un lugar de abundancia, refiriéndose a la Tierra Prometida. El Señor siempre obra en beneficio de Israel, por eso en el v.9 el salmista dice que el Señor no permitirá que los pies de su pueblo resbalen.
Este mismo principio se aplica a la respuesta a la oración. El Señor no concederá los malos deseos porque no servirían a los propósitos de Dios para Su pueblo. Teniendo esto en cuenta, el salmista declara:
Sal. 66:16 Venid y oíd todos los que teméis a Dios,
Y contaré lo que ha hecho por mi alma.
Sal. 66:17 A él clamé con mi boca,
Y fue ensalzado con mi lengua.
Sal. 66:18 Si en mi corazón veo la maldad,
El Señor no escuchará;
Sal. 66:19 Pero ciertamente Dios ha oído;
Ha prestado atención a la voz de mi oración.
Sal. 66:20 Bendito sea Dios,
¿Quién no ha rechazado mi oración?
ni su misericordia de mí.
Convocando a la asamblea del pueblo de Dios, declara que contará todo lo que Dios ha hecho por su alma. Clamó al Señor con su boca y lo alabó con su lengua. Pero la respuesta del Señor a sus oraciones siempre depende de lo que sea mejor para su pueblo.
Cuando el pueblo de Dios hace peticiones malas al Señor, el Señor, con razón, no escuchará tales cosas, porque si escuchara (es decir, aceptara) tales peticiones, traería cosas malas sobre su pueblo. Técnicamente hablando, el Señor escucha todas las oraciones de Sus hijos (por ejemplo, Salmo 116:1; Proverbios 15:29, etc.), pero la pregunta que plantea el salmista es ¿qué peticiones concederá el Señor?
El salmista dice que el Señor no concederá las peticiones cuando considere (mira) el mal. Si las peticiones del salmista provienen de deseos pecaminosos, el Señor no podría concederlas. El Señor no los escuchó en ese sentido. Pero el salmista dice que oró por resultados justos y por eso el Señor se los concedió.
Este es un principio básico de la oración. El Señor cumple Su voluntad a través de nuestras oraciones al afirmar nuestras peticiones justas y al mismo tiempo descartar nuestras peticiones injustas o aquellas que no son conformes a Su voluntad. No debemos esperar menos de un Dios que nos ama y desea lo mejor para nosotros.