¿Cómo disciplina Dios a sus hijos y en qué se refleja esto?
En pocas palabras, la disciplina del Señor puede adoptar prácticamente cualquier forma. La forma particular en que la disciplina puede adoptar es menos importante que la lección que nos enseña. Siempre que el Señor trae disciplina a nuestras vidas, también nos dará la visión dada por el Espíritu para asegurarnos de que entendamos la lección. Al buscar al Señor en oración y mediante el estudio de Su palabra, recibiremos el consejo del Espíritu y llegaremos a entender el propósito del Señor en la prueba.
Por ejemplo, cuando Pablo fue afligido por el Señor, buscó entender su aflicción y el Señor le respondió:
2Co 12:7 Y dada la extraordinaria grandeza de las revelaciones, por esta razón, para impedir que me enalteciera, me fue dada una espina en la carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca.
2Co 12:8 Acerca de esto, tres veces he rogado al Señor para que lo quitara de mí.
2Co 12:9 Y Él me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí.
Observe que Pablo fue afligido primero, luego imploró al Señor que le quitara la prueba y finalmente el Señor respondió con entendimiento para que Pablo pudiera aprender la lección. En el caso de Pablo, el Señor estaba preocupado por su orgullo. Puesto que a Pablo se le había concedido una revelación tan extraordinaria, el Señor decidió afligirlo como un recordatorio de que necesitaba la fuerza del Señor para tener éxito. Este es el propósito del Señor al traer disciplina en cualquier forma.
Así que, cuando el Señor nos castiga, podemos esperar que también nos "atarà los cabos" para que podamos entender y apreciar el propósito de la prueba. Luego nos corresponde a nosotros recibir esa disciplina, aprender la lección y sacar provecho de ella.