Me gustaría recibir algunos consejos básicos sobre la predicación. ¿Cómo empiezo?
Nuestro ministerio no brinda servicios de asesoramiento personal, aunque podemos ofrecer algunos consejos básicos sobre la predicación. Primero, la predicación es un proceso de exponer (o explicar) la palabra de Dios. La predicación no es un discurso ni es simplemente un entretenimiento. La predicación es siempre una cuestión de enseñar y aplicar la palabra de Dios al pueblo de Dios, como dijo Pablo:
2Tim. 4:1 Os encargo solemnemente delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en su manifestación y en su reino,
2Tim. 4:2 predicar la palabra; estad preparados a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta, con mucha paciencia e instrucción.
2Tim. 4:3 Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina; pero queriendo que les hagan cosquillas en los oídos, se acumularán maestros según sus propios deseos,
2Tim. 4:4 y apartarán de la verdad el oído, y se volverán a las fábulas.
Observe que la principal preocupación de Pablo hacia Timoteo, un joven predicador, era que predicara la palabra de Dios en lugar de simplemente difundir mitos e historias inútiles. Desafortunadamente, muchos pastores y predicadores hoy han ignorado el consejo de Pablo y continúan predicando palabras inútiles en lugar de enseñar la palabra de Dios. La predicación debe centrarse en exponer el texto de las Escrituras o carecerá de validez.
En segundo lugar, no puedes predicar la palabra si no la conoces, por lo que todo predicador debe establecer el hábito de aprender la palabra de Dios durante toda la vida. Debes dedicarte al estudio de las Escrituras de manera profunda y diligente para estar preparado para enseñar a otros. No hay atajos para horas de estudio y preparación.
Finalmente, ningún predicador puede esperar impactar a hombres y mujeres para el reino a menos y hasta que sean llamados y equipados por el Espíritu de Dios para ese propósito. Por eso te animamos a buscar al Señor en oración y con la confirmación de otros hombres piadosos antes de asumir que estás llamado a predicar la palabra. Si otros hombres están de acuerdo en que usted es llamado de esta manera, entonces el Espíritu puede guiarlos a imponerle las manos y confirmar su llamado.
Tenga cuidado de no salir a predicar antes de tener esta confirmación, como advierte Santiago: