¿Es apropiado que una mujer enseñe a los hombres en la iglesia? Algunas iglesias lo permiten, mientras que otras no.
La Biblia enseña que las mujeres deben estar bajo la autoridad del liderazgo masculino en la iglesia, y en un pasaje en particular (1 Tim 2:12), la Biblia les prohíbe a las mujeres enseñar. Otro pasaje comparable se encuentra en 1 Cor 14:34, donde Pablo exige que las mujeres permanezcan en silencio en las iglesias.
La pregunta, por supuesto, es bajo qué circunstancias quiso decir Pablo que una mujer debía abstenerse de enseñar o hablar. Por ejemplo, ¿puede una mujer enseñar a sus propios hijos o puede una mujer enseñar a otras mujeres en la iglesia? La respuesta a estas preguntas es sí. El propio Pablo dice en otro lugar que una mujer mayor debe enseñar a las mujeres más jóvenes (Tito 2:3), y los Proverbios hablan con frecuencia acerca de las madres que crían a sus hijos para que respeten sus instrucciones. Entonces, ¿cómo debemos interpretar las declaraciones de Pablo de que la mujer no puede enseñar o debe permanecer en silencio en la iglesia?
Estas restricciones no son prohibiciones universales, sino más bien límites específicos destinados a garantizar el ejercicio adecuado del orden y la autoridad en la iglesia. Pablo enseñó que el Señor designó al hombre como cabeza de la mujer en el matrimonio y como líder de Su iglesia. Pablo describe el principio bíblico de la jefatura masculina dentro de la iglesia en 1 Corintios 11, explicando que la autoridad espiritual fluye de Cristo al hombre y luego a la mujer según el designio de Dios.
El principio de la autoridad masculina dentro de la iglesia debe ser respetado en cualquier situación en la que se exhiba autoridad ante la congregación. Enseñar la palabra de Dios es inherentemente una expresión de autoridad dentro de la iglesia, por lo que cada vez que una mujer ejerce su don de enseñanza, automáticamente asume una posición de autoridad en la iglesia. Por lo tanto, cuando una mujer enseña a los hombres en la iglesia, da a entender que tiene autoridad sobre la vida espiritual de estos hombres, lo cual viola el principio bíblico de la autoridad masculina. Su papel de maestra da la impresión (si no la realidad) de que está actuando fuera de la cobertura del liderazgo masculino en la iglesia.
Por consiguiente, antes de que se le permita a una mujer enseñar en una iglesia, debemos preguntarnos si el ejercicio de la autoridad de la mujer mediante su enseñanza entrará en conflicto con el liderazgo masculino en la iglesia. En términos generales, una mujer puede enseñar a niños y niñas sin poner en peligro el liderazgo masculino, ya que los niños no tienen autoridad en la iglesia, y una mujer puede enseñar a otras mujeres sin limitación alguna. Por otra parte, una mujer no debe impartir instrucción bíblica a hombres (o grupos mixtos de hombres y mujeres) excepto en circunstancias muy limitadas en las que se tomen precauciones para asegurar que el liderazgo masculino permanezca intacto.
Aunque los procedimientos específicos pueden variar, el efecto siempre debe ser el de proyectar el liderazgo masculino sobre la maestra y su enseñanza. Si bien generalmente recomendamos que no haya mujeres que enseñen en clases mixtas de hombres y mujeres, cuando sea necesario recomendamos los siguientes procedimientos para garantizar que el liderazgo masculino esté siempre presente y sea evidente para nuestros estudiantes.
En concreto, un líder ministerial masculino debe presentar a la maestra, explicarle que está bajo su autoridad, y permanecer presente en la sala durante el estudio. Este líder debe tener autoridad para corregir la enseñanza de la mujer, en el momento si es necesario, o incluso asumir el control de la clase y dar la instrucción él mismo si es necesario. Además, el líder masculino debe responder a cualquier pregunta de los estudiantes en la clase. Al seguir estos procedimientos, se mantiene el liderazgo masculino durante el evento de enseñanza.
En el contexto de una congregación (es decir, durante un servicio de adoración del domingo por la mañana), ofrecemos una recomendación similar. En primer lugar, las iglesias no deben permitir que una maestra esté en el púlpito, pero al menos deben adoptar un conjunto similar de procedimientos para guiar la participación de las maestras en el servicio. Específicamente, una mujer no debe enseñar en la asamblea general de la iglesia (es decir, una que incluya hombres) a menos que haya una razón convincente para hacerlo, y entonces la iglesia debe tomar precauciones para asegurar que el liderazgo masculino sea evidente. Un maestro varón debe estar presente y participar activamente en la reunión, lo que incluye presentar a la maestra y asegurarle a la congregación que ella opera bajo el liderazgo del maestro varón.
Además, el líder masculino debe ofrecerse a responder las preguntas de los hombres de la audiencia y debe finalizar el evento con un resumen o repaso de la enseñanza de la mujer para dejar en claro que concuerda con las opiniones del liderazgo sobre el tema o pasaje de las Escrituras. Estos procedimientos comunican claramente que el liderazgo masculino está presente y que la mujer está actuando bajo la protección adecuada.
Aunque estos procedimientos pueden ayudar a garantizar que se mantenga el liderazgo masculino en la iglesia, desaconsejamos que una mujer enseñe a un grupo mixto para evitar violar el principio de las Escrituras establecido en la enseñanza de Pablo. Siempre que sea posible, la iglesia debe sustituir a un instructor masculino para que enseñe a los hombres.