Me gustaría saber ¿qué cree usted que enseña la Biblia sobre los sacramentos y el magisterio?
Siempre es mejor acordar una definición de los términos antes de discutir un tema. De raíz latina, la palabra “sacramento” puede significar juramento o promesa. De raíz francesa, puede significar sagrado o consagrado. Dado que ambos puntos de vista son evidentes en la forma en que se han utilizado históricamente los sacramentos en la iglesia, tal vez la definición más justa de sacramento utilizada en un contexto eclesial sea “un signo visible de una gracia interior”. Es la gracia de Dios la que nos consagra o nos distingue, y los sacramentos son un recordatorio o signo visible y externo de la gracia de Dios.
Se considera que los sacramentos fueron instituidos por el Señor Jesús. Según la mayoría de los protestantes, las Escrituras enseñan que el Señor instituyó sólo dos sacramentos: el bautismo y la Cena del Señor. Las iglesias católica y ortodoxa griega creen que hay siete sacramentos: el bautismo, la confirmación, la Cena del Señor, el matrimonio, la penitencia, el orden sagrado y la extremaunción.
Estamos de acuerdo con la visión bíblica de que el bautismo y la cena del Señor son los únicos dos sacramentos dados por Jesús a la Iglesia. Creemos que esta visión está sustentada por las Escrituras, ya que Jesús ordenó a los creyentes que se bautizaran (Mateo 28:19) y que celebraran la cena del Señor en memoria de Él (Lucas 22:19), pero no dio ningún mandato ni siquiera mencionó los demás sacramentos practicados por la Iglesia Católica.
La Escritura también es muy clara en cuanto a que estos dos sacramentos son signos simbólicos y visibles de una gracia interior. Es decir, estos sacramentos en sí mismos no confieren la gracia; representan la gracia que ya está disponible para los creyentes. En consecuencia, los sacramentos no tienen relación con nuestra salvación. Por ejemplo, el bautismo no hace que uno sea cristiano y, a la inversa, el no estar bautizado no invalida la fe ni la salvación de una persona.
La evidencia más clara de esta verdad bíblica se ve en la experiencia del ladrón en la cruz. No fue bautizado ni participó de la comunión, pero el Señor dijo que estaría con Él en el Paraíso ese día. Además, si revisamos las circunstancias de cada persona en el Nuevo Testamento a la que se le atribuye la salvación por la fe en Cristo, se muestra que cada persona confiesa su creencia en Cristo antes de ser bautizada. Por lo tanto, la Escritura deja en claro que el sacramento del Bautismo sigue a la conversión y la salvación y nunca la precede ni la completa.
En cuanto a la cena del Señor, Jesús deja en claro que debía hacerse en memoria de Él, tal como se les había ordenado a los judíos que celebraran la Pascua como un recuerdo del día en que el Señor pasó por alto a sus primogénitos mientras todavía estaban en Egipto. En ninguna parte de las Escrituras se nos dice que debemos participar de la cena del Señor para ser salvos, ni tampoco las Escrituras describen ninguna impartición de gracia adicional como resultado de nuestra participación en ella (aparte de la bendición general que Dios asigna a los actos de obediencia).
Dicho esto, también creemos que los cristianos deben bautizarse y observar la Cena del Señor, porque Jesús nos lo ordenó. Estas acciones demuestran al mundo que Dios nos ha apartado, que somos suyos. También nos hacen recordar lo que el Señor ha hecho por nosotros en la cruz.
En cuanto al magisterio, suponemos que estás usando el término para referirte a la inerrancia (autoproclamada) de la enseñanza de la Iglesia Católica. No puede haber ninguna institución creada por el hombre que sea inerrante desde el punto de vista de las Escrituras, ya que la Biblia enseña que todos los hombres comprenden la verdad de Dios de manera imperfecta en nuestra actual condición pecaminosa (1 Cor 13:12).
La Iglesia católica, en el Concilio de Trento, declaró que los sacramentos son necesarios para la salvación, pero, como hemos comentado anteriormente, la Escritura no concuerda con esta opinión, ya que el Señor no ordenó a los creyentes que observaran los otros cinco sacramentos (matrimonio, penitencia, orden sacerdotal y extremaunción). Además, los sacramentos nunca están vinculados de ninguna manera a nuestra salvación (excepto que pueden seguir a la salvación). En consecuencia, dado que la enseñanza de la Iglesia católica sobre los sacramentos es incompatible con la Escritura, esto demuestra que la doctrina del magisterio también es falsa (es decir, la Iglesia católica comete errores).