¿Cuál es la manera bíblica de disciplinar a un miembro de la iglesia?
El modelo bíblico para la disciplina eclesiástica se encuentra clásicamente en Mateo 18:15-21, y también hay comentarios del Nuevo Testamento en 1 Timoteo 5:20 y Santiago 5:19-20. Los principios expresados en estos versículos se pueden resumir de la siguiente manera:
1. La decisión de una persona de cometer un pecado voluntario es perjudicial para el individuo y para el Cuerpo en su conjunto, y por lo tanto la iglesia tiene la obligación de ejercer una disciplina amorosa.
2. Alguien que conozca de primera mano el pecado debe corregir al cristiano pecador en privado, tratando de ganarlo.
3. Si esto falla, el pecador debe ser abordado por una pluralidad de representantes de la iglesia que confirmarán el juicio del primero.
4. Si esto no da resultado, se informa a la iglesia sobre el asunto con el fin de conseguir el apoyo de toda la congregación para apartar del pecado al cristiano impenitente. Este es un último recurso.
Finalmente, el individuo es colocado fuera de la comunión de la congregación, como una cuestión de disciplina para el individuo y para proteger al Cuerpo de las influencias dañinas del pecado habitual de la persona.
Es cierto que estos principios pueden ser difíciles de aplicar (en particular los pasos 4 y 5), ya que las discusiones públicas sobre indiscreciones personales pueden dar lugar a una demanda por difamación, invasión de la privacidad u otros desafíos legales.
Según nuestra experiencia, los tres primeros pasos que hemos esbozado anteriormente suelen ser suficientes para resolver el asunto, ya que la mayoría de las personas responderán positivamente a la disciplina privada o abandonarán voluntariamente la iglesia en señal de protesta. No obstante, los líderes de la iglesia deben estar preparados para la necesidad de aplicar disciplina cuando sea necesario por el bien del Cuerpo y del Nombre de Cristo.