¿Nos da Dios nuestra voluntad de desearlo y ser obediente a Él, o es nuestra responsabilidad después de que Él nos salve?
El mandato de Dios a todo creyente es ser obediente, pero nuestra obediencia requiere que sigamos la dirección del Espíritu en lugar de ceder a las tentaciones de nuestra carne. Entonces, la obediencia es un proceso de cesión, que permite que Cristo viva a través de nosotros en lugar de nuestra naturaleza pecaminosa. Naturalmente, esto será una lucha para todo cristiano, ya que nuestra naturaleza pecaminosa no quiere ceder. Debemos disciplinar nuestra carne para que nuestro nuevo espíritu tenga la libertad de seguir a Cristo.
Pablo describe esta lucha en Romanos 7, donde reconoce que todo creyente volverá a caer en pecado de vez en cuando a causa de nuestra carne. Sin embargo, Cristo espera que luchemos contra este deseo para que podamos agradar a Dios mediante nuestra obediencia a sus mandamientos. Al ceder de esta manera a los deseos de Cristo, podremos conocer la verdadera paz y el contentamiento.
Le recomendamos que escuche nuestro estudio de Romanos para obtener más antecedentes sobre este tema, y también le recomendamos nuestro estudio de Efesios .