En su tiempo en la tierra, Jesús realizó muchos milagros. ¿Se debió esto a su propio poder o fue Jesús lleno del Espíritu Santo?
La Biblia testifica que Jesús como Dios se despojó voluntariamente para asumir la forma de hombre:
Fil. 2:6 el cual, aunque existía en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse,
Fil. 2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.
Fil. 2:8 Siendo hallado en apariencia de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
La elección de Cristo de nacer como hombre requirió que Él se “despojara” a sí mismo. La palabra griega traducida vaciado significa anular, dejar sin efecto. Jesús anuló su posición de poder para asumir la forma de un hombre, una forma de menor poder que los ángeles. Su identidad no cambió; Él todavía era Dios, pero voluntariamente renunció al poder y la posición a la diestra del Padre. Lo hizo para cumplir el plan de redención en obediencia al Padre, y una vez terminado el plan, Jesús regresó a la posición que le correspondía:
Heb. 10:11 Cada sacerdote está diariamente ministrando y ofreciendo una y otra vez los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;
Heb. 10:12 pero él, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados para siempre, se sentó a la diestra de Dios,
Heb. 10:13 esperando desde entonces en adelante hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
Por lo tanto, cuando Jesús comenzó Su ministerio terrenal, requirió el poder capacitador del Espíritu Santo para realizar milagros. Jesús recibió el Espíritu Santo en el momento de Su bautismo en agua, con el que inició Su ministerio de tres años. Podemos ver los límites de Jesús como hombre en el evangelio de Marcos:
Marcos 6:1 Jesús salió de allí y vino a su ciudad; y sus discípulos le siguieron.
Marcos 6:2 Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos oyentes se asombraban, diciendo: “¿De dónde sacó éste estas cosas, y qué es esta sabiduría que le ha sido dada, y milagros como estos que hace sus manos?
Marcos 6:3 “¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están aquí con nosotros sus hermanas?” Y se ofendieron contra él.
Marcos 6:4 Jesús les dijo: Un profeta no está sin honra sino en su ciudad, y entre sus propios parientes y en su propia casa.
Marcos 6:5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, excepto imponer las manos sobre algunos enfermos y sanarlos.
Jesús entró en su ciudad natal, donde quienes mejor lo conocían se ofendieron. Como resultado, Jesús no pudo hacer milagros allí. Esto nos dice que Él fue capacitado (o impedido) para hacer milagros según la voluntad del Espíritu obrando en Cristo. La posición menor de Cristo como hombre no disminuye Su autoridad o identidad como Dios, pero sí restringió Su poder. Jesús asumió voluntariamente esta posición, dice Pablo.
Por lo tanto, Cristo usó el poder de Dios para realizar milagros, y ese poder le fue dado por el Espíritu Santo porque Jesús había renunciado a su propio poder para nacer hombre en obediencia al plan de Dios.
Puedes aprender más sobre el Espíritu obrando en Jesús como hombre en nuestro estudio de Juan .