Al leer a los puritanos, parece que creían que la salvación era un regalo gratuito, pero que el cristiano debía esforzarse para no perderla. ¿Es esto cierto?
Lamentablemente, no somos expertos en escritos puritanos, pero eso está bien, ya que los cristianos no debemos buscar la verdad de nuestra fe en los escritos de otros hombres, ni siquiera de otros cristianos. Más bien, encontramos esa verdad únicamente en las páginas de las Escrituras.
Basándonos en la autoridad de las Escrituras, podemos asegurar que la salvación no se obtiene por obras humanas, ni las obras humanas “guardan” o aseguran nuestra salvación. El mismo Pablo reprendió a la iglesia de Galacia por pensar que podían mantener su salvación o “perfeccionarse” por sus obras:
Gálatas 3:1 ¡Gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue presentado como crucificado?
Gálatas 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?
Gálatas 3:3 ¿Sois tan necios? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora os perfeccionáis por la carne?
Pablo llama a los gálatas “necios” por creer que su carne (es decir, sus obras) podría contribuir en algo a una salvación que es solo por gracia.
Quienes creen que un cristiano puede “perder” la salvación no entienden la naturaleza misma de la salvación. Cuando un hombre es salvo por la gracia de Dios, recibe el don de la fe, según Efesios 2:8.
Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
Efe. 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Dios entrega la fe al corazón e impulsa nuestra confesión de fe por medio de su Espíritu, Pablo dice:
Gálatas 4:6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!
Romanos 8:15 Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino un espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
Una vez que el Espíritu de Dios entra en un hombre, cambia la naturaleza del hombre para siempre, dándole vida con la morada del Espíritu de Dios:
Efesios 2:1 Y a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
Efe. 2:2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia.
Efe. 2:3 Entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
Efesios 2:4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
Efesios 2:5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
Efesios 2:6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
Efe. 2:7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Pablo dice que este nuevo espíritu dentro de nosotros es una parte permanente de nuestro ser, como una garantía de Dios de que Él completará la obra que ha comenzado:
2Co 1:21 Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,
2Co 1:22 el cual también nos selló, y nos dio como garantía el Espíritu en nuestros corazones.
Filipenses 1:6 Porque estoy persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.
Así como una oruga se transforma en mariposa, la naturaleza de una persona cambia por completo gracias a la obra del Espíritu, y ese cambio nunca se puede revertir. Como dice Pablo:
2Co 5:14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que uno murió por todos, luego todos murieron;
2Co 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
2Co 5:16 De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.
2Cor. 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Fíjese que Pablo dice que el Señor nos “controla” y ya no somos reconocidos (ni conocidos) como alguien en la carne. Somos una nueva criatura, como esa mariposa que emerge del capullo, nunca podremos volver a nuestra vieja naturaleza.
Nuestra salvación es un cambio espiritual sobrenatural, no algo obtenido ni mantenido por los pensamientos de nuestra cabeza ni por las obras de la carne, sino por el poder de Dios.